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01
MAR
2023

“Comunicar en positivo para una sociedad más sana y luminosa”

Comunicar en positivo ilumina, hacerlo en negativo oscurece, provoca miedo esclavizante y atenaza voluntades. Entre el optimismo emocional y el pesimismo irracional habita la duda razonable, ese resquicio de tolerancia del que todos somos deudores y acreedores.

Madrid, marzo de 2023

Cuando analizamos los hechos y circunstancias que afectan a un acontecimiento es determinante nuestra actitud e intencionalidad. Si pretendemos comunicar soluciones las dificultades no deben ser el eje del discurso, tan solo su causa. El análisis previo al diseño de la comunicación requiere objetividad y profundidad intelectual, es decir, capacidad de discernimiento en el análisis conceptual. Es esencial evitar los sesgos cognitivos, lo que resulta extremadamente difícil cuando se está involucrado. Por este motivo es tan importante contar puntualmente con profesionales externos, especialistas en comunicación corporativa a nivel empresarial e institucional.

Comunicación constructiva

Para elaborar una comunicación constructiva que arroje luz y no oscuridad sobre la estrategia de una compañía, de una institución o de la marca personal de un profesional, debemos distinguir entre positividad, (cualidad de positivo, optimismo) y positivismo (Tendencia a valorar preferentemente los aspectos materiales de la realidad). La fusión entre ambas acepciones produce posicionamientos comunicacionales equilibrados, asertivos y proactivos.

En cuanto a la diferencia esencial entre personas optimistas y pesimistas, las primeras generan esperanza y las segundas, desesperanza. Siempre hay espacio para la esperanza cuando las metas no dependen de las ambiciones vinculadas al ego, sino de asumir las circunstancias que nos rodean y de la aceptación, distinta de la resignación. Optimismo y positividad son a la vida lo que el pesimismo y la negatividad a la muerte en vida.

Comunicar implica una gran responsabilidad, especialmente, para las personas que asumen el reto de liderar o se los sitúa en esa posición, tengan cualidades para ello o no. La fuerza creadora y destructora del pensamiento es formidable, y se debe reflexionar sobre las consecuencias que tiene comunicar en positivo o en negativo. En el ámbito de la comunicación también existe el efecto placebo y tiene poderosos efectos terapéuticos. Transmitir vida o muerte, optimismo o pesimismo, incide en la vida de las personas, ya sea individual o colectivamente. La capacidad de influencia que podemos llegar a tener en nuestro entorno es muy superior a la que imaginamos. En este sentido, los profesionales de la comunicación tenemos una gran responsabilidad en todos los ámbitos y a lo largo de nuestra vida personal y profesional.

Optimismo y positividad son a la vida lo que el pesimismo y la negatividad a la muerte en vida.

Debemos sospechar de los vendedores de tinieblas, porque toda su ambición es crear en su entorno la oscuridad que les posee. Quieren dejar de sentirse solos ante aquello que más temen, su irracionalidad.

Alimentada por el miedo, la negatividad genera un escenario tenebroso en el que no hay lugar para la esperanza, porque todo se da por perdido. Este es el ambiente ideal para que los manipuladores perpetren sus estrategias de dominación mental.

Debemos sospechar de los vendedores de tinieblas, porque toda su ambición es crear en su entorno la oscuridad que les posee. Quieren dejar de sentirse solos ante aquello que más temen, su propia irracionalidad.

No debemos confundir la comunicación sobre hechos que pueden resultar perjudiciales o negativos, con el negativismo. Necesitamos informarnos y ser informados sobre todo aquello que acontece y puede afectar a nuestras vidas, para bien o para mal. Lo importante es cómo somos informados y en qué fuentes bebemos. Si nos nutrimos de negatividad afectará a nuestra salud física y mental, también a nuestro entorno. Además, cuando nos influyen con negatividad, tendemos a compartirla para minimizar la incertidumbre que nos generan situaciones que consideramos críticas y nos asustan.

Comunicación negacionista

Por su parte, el negacionismo rechaza la aceptación de una realidad verificable, normalmente, por ser incómoda o resultar antagónica con nuestra propia visión de los acontecimientos. Las personas que hacen del negacionismo su bandera comunican con vehemencia sus teorías a fin de adoctrinar. Buscan ávidamente acólitos que los acompañen en su desierto intelectual, plagado de miedo e irracionalidad. Víctimas de sus emociones y deseosos de convertirse en héroes que salvan al mundo de su ceguera, ansían revelar “la verdad” a sus semejantes como si esta fuera única, unívoca e incontrovertible. Los negacionistas, tanto amateurs como profesionales, redentores por afición y devoción, cabalgan a lomos de conspiranoias esquivando a sus más temibles rivales, los datos y los hechos objetivos. Estas personas, víctimas de sí mismas, suelen confundir las evidencias con señuelos lanzados desde los grandes núcleos de poder para provocar hipnosis colectiva.

Es cierto que nos mienten y manipulan desde las cúpulas de poder públicas y privadas para alcanzar espurios objetivos, pero el negacionismo, casi siempre inducido, no es la mejor defensa.

A menudo, los negacionistas se amparan en el revisionismo histórico para justificar la negación de lo que, irremediablemente, sucedió. Que el relato no sea exacto o esté sesgado por quien narra los acontecimientos no quiere decir que los hechos no ocurrieran. Podrá haber detalles que maticen el criminal holocausto perpetrado por el «Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán» liderado por Hitler, las delirantes veleidades hegemónicas del fascismo italiano o los crímenes de otros regímenes socialistas y comunistas en el Siglo XX, pero es un hecho que fueron la causa innegable de que millones de personas muriesen en terribles circunstancias. Los dementes con delirios supremacistas siempre han existido y existirán, sean negados o no. Hay que vivir con ello. Tanto el bien como el mal forman parte de la naturaleza humana, están en nuestra Genealogía, como afirmaba Friedrich Nietzsche. Este polifacético filósofo alemán que también ejerció como poeta, músico y filólogo utilizó el ejemplo de los señores y los esclavos, afirmando que las ideas del bien y del mal dependen de la posición que se tiene o del linaje. La esclavitud está bien para los señores (esclavistas) y mal para los esclavos, la posición contraria. Por su parte, Sócrates vincula el bien o la bondad con la virtud moral y el saber, y al mal con la falta de conocimiento. En esta línea de pensamiento, Platón afirma que el bien es la idea suprema y el mal la ignorancia. En general, todos sabemos lo que está bien y lo que está mal en función de los valores y principios que rigen en nuestra vida.

Solo el espíritu crítico y el análisis de los datos impiden que caigamos en las redes que lanzan los pescadores de crédulos en el mar de las ingenuidades.

Es cierto que nos mienten y manipulan desde las cúpulas de poder, públicas y privadas, para alcanzar espurios objetivos, pero el negacionismo, casi siempre inducido, no es la mejor defensa. Solo el espíritu crítico y el análisis de los datos impiden que caigamos en las redes que lanzan los pescadores de crédulos en el mar de las ingenuidades. Aunque, como dijo Julio César “Los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos”; pensamiento que complementaría con otro de Alejandro Dumas “Creemos, porque es más fácil creer que dudar, además, porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad”.

Crítica y comunicación

Se puede y se debe ser crítico y positivo a la vez, es más, para ser constructiva, la crítica debe partir de una actitud positiva (del latín positīvus: cierto, efectivo, verdadero, que no ofrece duda). No se puede hacer critica desde la superficie de los acontecimientos, ha de profundizarse en ellos, investigarlos, analizarlos y comprenderlos antes de emitir juicios de valor. El reflejo filosófico de esta actitud existencial se plasmó en el Criticismo, doctrina epistemológica desarrollada por el filósofo de la Ilustración Immanuel Kant que establece los límites del conocimiento a través de una investigación sistemática sobre las condiciones de posibilidad del pensamiento.

A través de sus principales obras, Kant formula y desarrolla tres preguntas clave, a través de sus tres obras principales, para comprender y ejercer la crítica:

  • ¿Qué puedo conocer? en su obra “La Crítica de la razón pura”.
  • ¿Qué debo hacer? en su obra “La Crítica de la razón práctica”.
  • ¿Qué puedo esperar? en su obra “La Crítica del juicio”.

Las tres son obras esenciales para poder ejercer la crítica desde la responsabilidad, especialmente, si se es considerado “lider de opinión” por méritos propios, subrogados o hurtados. También es recomendable el estudio de Kant y de otros sabios que en el mundo son y han sido, por parte de los líderes de opinión artificiales, forjados en las decadentes fraguas mediáticas, los tertulianos prime time.

En cuanto a nuestra actitud cuando se nos critica, el filósofo griego Epicteto de Frigia nos da la clave para aprovechar la gran oportunidad que supone ser criticados: “Si dicen mal de ti con fundamento, corrígete; de lo contrario, échate a reír.”

La comunicación, en todas sus vertientes y especialidades, es la herramienta que utilizamos para exteriorizar críticas y emitir juicios de valor. Pero la comunicación también es interna y está vinculada a la inteligencia intrapersonal (autoanálisis), que precede a la comunicación externa. Antes de expresarnos, pensamos, dialogamos con nuestro yo interior, analizamos nuestras experiencias y recurrimos a nuestro conocimiento, al saber. Por eso es tan importante pensar lo que se dice, antes de decir lo que se piensa. Hablar mucho y pensar poco deriva en comunicación tóxica, lo que padecemos a diario a través de los medios de comunicación. Sin duda, hablar es un arte pero callar lo es aún más. Decía Ernest Hemingway que “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”.

Sobre el autor
Especialista en conceptualización, creación e implementación de estrategias corporativas y de branding. Con más de 35 años de experiencia, ejerzo mis responsabilidades con entusiasmo y entrega, buscando siempre la excelencia. Soy amante de los entornos digitales sin olvidar la importancia de los presenciales. Aporto experiencia, conocimiento, metodología y pasión en cada proyecto, con plena orientación a resultados.
  1. Antonio de Vicente Reply

    Enhorabuena a don Tomás por el amplísimo recorrido filosófico en torno a la comunicación, con valiosas referencias a las capacidades cognitivas y a los valores que la fundamentan. Me ha gustado cómo se subraya el carácter de poder blando de la comunicación que, bien orquestada e implementada, posibilita el logro de metas sin cuyo concurso serían muy difíciles. Enhorabuena, don Tomás, por el magnífico artículo.

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