info@veratya.com | +34 914 320 779
22
ENE
2023

“Conceptualización, Integridad y comunicación institucional”

Allí donde no alcanza el beneficio económico llega el interés ético y su retorno social.

Madrid 22 de enero de 2023

La comunicación puede generar interés o indiferencia pero nunca es casual, siempre es intencional y movida por el deseo de influir. La retórica o ciencia del discurso, tal y como la concibió Aristóteles es “el arte de expresarse adecuadamente para persuadir al interlocutor”, con quien utilizamos todos los recursos de la expresividad discursiva a nuestro alcance. En comunicación estratégica, vinculada al ámbito corporativo, institucional y político, construimos discursos sobre los cinco pilares aristotélicos: inventio (ideas), dispositio (organización de las ideas), elocutio (verbalización), memoria (evocación) y actio o pronuntiatio (pronunciación del discurso). La intencionalidad detrás de toda alocución tiene mucho que ver con la intellectio, cuando el comunicador concibe el tipo de discurso y con la inventio o desarrollo conceptual. Es en esta fase de la creación discursiva, en la conceptualización, donde reside el alma de la comunicación en cualquiera de sus especialidades, aunque afecta de manera relevante a la institucional.

Conceptualización.

Para comprender la conceptualización y su trascendencia en la comunicación, debemos comenzar por su etimología. «Concepto», del latín conceptus, proviene del verbo concipere (concebir) y este de capere (agarrar o capturar). Pero, cómo se aborda un proceso de conceptualización. Lo primero es establecer el marco conceptual. Comprender la esencia de la cuestión a tratar; su origen e intencionalidad; el entorno en el que surge; las condiciones pasadas, presentes y futuras; el entorno social, económico y político, en definitiva, hay que impregnarse de todo lo que está relacionado con el objetivo comunicacional. La forma de hacerlo pasa por tres fases: conocimiento, análisis y reflexión. Esta secuencia nada tiene que ver con la casualidad, sino con el orden, la metodología y la necesidad de “comprender” para “concebir”. En todo ello tiene un papel fundamental la “visión estratégica” que surge la partir de nuestro conocimiento y de la madurez personal y profesional. Alcanzarla requiere experiencia, estudio, análisis, formación e información.

Argumentación.

Pero la conceptualización, por si sola, no es suficiente, tan solo es la materia prima para crear soluciones y enfocar la comunicación. Es necesario poder argumentar los conceptos y sus tesis, refutarlos, demostrar racional y coherentemente que las conclusiones alcanzadas tienen sentido y son útiles para el objetivo que se pretende.

Como toda variedad discursiva, la argumentación necesita la conceptualización para persuadir desde la lógica, a través de la retórica, con todos sus resortes racionales y emocionales. En esta mixtura reside el éxito de la conceptualización y todo lo que de ella se deriva.

Los argumentos son el medio, no el fin. Pueden ser utilizados lícita o ilícitamente, con afán didáctico, esclarecedor o manipulador, todo depende de la integridad con la que sean concebidos e instrumentalizados.

Integridad.

Integridad deriva del latín integer que significa: entero, intacto o no tocado por un mal. En términos de comunicación, ser íntegros tiene mucho que ver con la honestidad argumental, la coherencia conceptual, el respeto hacia los demás, la corrección y la congruencia con los principios éticos y valores humanistas más elementales. También con los más exigentes.

En general, la comunicación, especialmente, la institucional por la responsabilidad que conlleva representar a un colectivo que ha otorgado crédito y confianza a sus líderes, debe ser ejercida desde la más absoluta honestidad, sin engaño ni manipulación, con la mayor transparencia. Si no es así, la institución se verá penalizada con el descrédito, tan rápido de alcanzar y tan difícil de recuperar. Especial gravedad reviste el hecho de que un lider institucional, elegido desde la confianza, aproveche su posición para beneficio personal o de sus allegados, el despreciable nepotismo.

El cirujano, conferenciante y escritor Mario Alonso Puig, resumió magistralmente en una de sus conferencias la necesidad y el interés que tiene la integridad en la comunicación:

“Coherencia, autenticidad, competencia e integridad. Cuando una persona cumple estos requisitos y comunica desde la veracidad, el mensaje llega a una profundidad radicalmente distinta, es una energía de otro orden y una fuerza de otra dimensión”

Desde un punto de vista institucional (sector público) o corporativo (sector privado), se pretende el bienestar y la prosperidad de la organización, el de las personas que la conforman y el de los públicos que se relacionan o dependen de ella. Este hecho relega a un segundo plano el beneficio económico, ante el interés ético, el de la ejemplaridad. Se produce entonces el retorno social en forma de credibilidad y prestigio institucional. Este conjunto de atributos es la mejor plataforma reputacional para una organización, ya sea de ámbito público o privado.

 

Tomás González Caballero

Corporate strategy expert

Sobre el autor
Especialista en conceptualización, creación e implementación de estrategias corporativas y de branding. Con más de 35 años de experiencia, ejerzo mis responsabilidades con entusiasmo y entrega, buscando siempre la excelencia. Soy amante de los entornos digitales sin olvidar la importancia de los presenciales. Aporto experiencia, conocimiento, metodología y pasión en cada proyecto, con plena orientación a resultados.
  1. Jesús García-Conde Reply

    Efectivamente la comunicación no es casual… y a veces ni intencionada. Se comunica, aunque no se quiera, por lo que antes de ser ‘asesorado’ uno ha de ser ‘educado’ en valores fundamentales y por ello eternos. La integridad es uno de ellos, como dice el autor. Si como decía Napoleón, una institución, «Cada uno de mis soldados lleva el bastón de mariscal en su mochila», todos debemos comunicarnos como la institución que somos. Por eso, este artículo nos sirve a todos. Esto es lo que sucede con los artículos de Tomás González Caballero, dan más de lo que dice en el título. Aprovechable para todos y excelentemente ordenado. Muchas gracias

    • Tomás González Caballero Reply

      Gracias por sus valoraciones, Jesús. Existe una gran diferencia entre las personas que comunican siendo conscientes de la responsabilidad que implica y las que no lo son. Decía Platón que “el lenguaje es un mal necesario, un medio de expresión imperfecto que distorsiona la realidad cada vez que es utilizado”. En ocasiones, el lenguaje distorsiona el fin para el que lo utilizamos, con intencionalidad o si ella. Por esto debemos ser conscientes de que, sin quererlo, podemos herir, incluso matar en vida al receptor de nuestro mensaje. Recuerdo haber mencionado en alguna conferencia que, a los comunicadores profesionales, se nos debería exigir licencia de armas. La comunicación mueve el mundo, es un hecho. Con ella se puede encrespar a las masas o apaciguarlas; ilustrarlas o mantenerlas en la ignorancia. En este sentido, educar en valores a los comunicadores, es esencial.

  2. Antonio de Vicente Reply

    Aproximación original a la comunicación y a la persuasión por don Tomás González Caballero, que trasciende a los tres pilares aristotélicos del ethos, pathos y logos. A diferencia de la corriente convencional, que enfatiza la emoción (pathos) como recurso principal de comunicación, me parece muy interesante que se subraye el ethos y el logos y, sobre todo, que se haga desde la perspectiva de los valores. Me ha gustado mucho. Enhorabuena a don Tomás.

    • Tomás González Caballero Reply

      Gracias por su generosa valoración, D. Antonio. Qué importante es lo que comenta sobre las emociones, esas reacciones psicofisiológicas que suceden en nosotros de manera espontánea y que a veces son inducidas para generar sentimientos a favor o en contra, canalizados a través de nuestros pensamientos. Sin embargo, la instrumentalización de las emociones surge desde la razón, no desde la emoción. Esa racionalidad es la fuente de la que emana la comunicación estructurada y premeditada, no tanto la espontánea que, en el fondo, también tiene una base racional, la intencionalidad, sobre la que se sustenta el discurso. Por todo ello, la ética, como rama de la filosofía que estudia la moral, debería ser una asignatura imprescindible en la formación de los comunicadores. Sin ella, la comunicación se convierte en un arma de manipulación masiva y así nos va.

Dejar un comentario

*